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Mi aventura brasileña

Por obligaciones profesionales viajo con frecuencia a Brasil, donde la empresa donde trabajo esta construyendo una importante infraestructura marina. En algunas ocasiones cuando terminamos la jornada salimos a cenar algunos compañeros y habitualmente nos hace de cicerone Joao, un joven ingeniero brasileño que trabaja para nosotros en la contrata. Casi siempre acabamos en algún club tomando una copa y disfrutando de las maravillosas vistas que ofrecen las “bonecas” que salen a pescar por la noche, pero sin pasar a mayores.
A veces he contratado a alguna trans por mi cuenta, casi siempre en mi hotel, no me fio mucho de la seguridad de esa megaurbe, en donde he experimentado resultados dispares.
Pero esta vez las cosas fueron diferentes. Había quedado en que Joao pasaría a recogerme por mi hotel para salir a cenar. Había varios congresos y solo encontré habitación en un hotel junto al aeropuerto que quedaba un poco lejos. Habíamos quedado a las 6 y Joao se presentó a las 5. Me iba a meter en la ducha y se quedo en la habitación viendo la tele. Cuando estaba empezando a enjabonarme, se abrió la puerta del baño y entró Joao desnudo y sin pedir permiso se metió en la ducha conmigo diciendo que necesitaba una ducha también. Me quedé paralizado por la situación y de repente sentí que lo que estaba viendo me parecía bellísimo y me excitaba. Y lo que veía era el pene más perfecto que nunca vi en ningún gimnasio y un cuerpo joven, sin un gramo de grasa, con los músculos justos y con una sonrisa que se abría paso entre los labios carnosos. Joao, sin cortarse me agarro de los huevos, se arrodillo y me practico una mamada memorable que estuvo a punto de acabar con mi resistencia. Era la primera vez que estaba así con un hombre y aquello me estaba poniendo a cien.
Cuando tenía mi polla enhiesta Joao se levanto, puso en marcha la ducha, se posicionó detrás de mi e intento meterme su bello cipote mientras me metía la lengua por la comisura de mis labios. Aquello superaba mi capacidad de aguante, pero pude reaccionar y tomar las riendas de la situación. Tenía medio mástil de Joao enterrado en mi trasero, pero le paré y le dije que aunque la experiencia me parecía excitante, lo mío no eran los hombres y que lo que necesitaba ahora era una trans sexy, con un buena herramienta y con una tetas resultonas.

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